Las fotos del ‘Tío Betín’

Voy caminando al lado de mi pequeño sobrino Beto (Tió Betín). Llevo una lata de cerveza en mi mano y colgada en el hombro mi cámara fotográfica. Nos encontramos en medio de una población llamada Río Poblano en la que hay fiesta y jaripeo (se espera, según anuncian los coloridos anuncios, la presencia del gran toro Catrín). La calle principal de este pequeño pueblo le hace honor a su nombre, pues adviene río alóctono cuando se repara en lo picoso y seco del ambiente. Mi sobrino y yo cruzamos el río metafórico a través de sus orillas tapizadas por puestos ambulantes, nos divertimos jugando maquinitas y después comemos un par de tacos de cecina con tortillas de trigo. Seguimos caminando indiferentes hasta que nos topamos una vieja cantina. Al entrar, los ojos color pitaya de algunos ebrios que beben mezcal plácidamente, se posan sobre nosotros. Platican y arrastran las palabras sin exacerbarse ni interrumpirse, como disfrutando los segundos intermitentes que ceden el turno al otro.

Dale limosna, mujer, / que no hay en la vida nada / como la pena de ser ciego en Granada, dice un verso de Francisco A. De Icaza. Para mí no hay como la pena de ser abstemio en Oaxaca (esto es, por el mezcal). Lo bueno es que yo no soy abstemio… Uno de ellos me ofrece un trago y yo acepto… Por supuesto…

Después de un rato Tío Betín se muestra impaciente. Le digo que puede marcharse si gusta. Él parece desearlo pero hay algo que se lo impide (las últimas horas he visto en su rostro una inquietud que no he logrado descifrar). Mientras platico con los señores le toco el hombro a mi sobrino e interrumpo la conversación de forma discreta. Dime con confianza qué es lo que quieres.

¡Ande usté y présteme su cámara!, me dice exacerbado.

Tío Betín es originario de la Ciénega, una localidad que se sitúa en el municipio de San Juan Bautista Coixtlahuaca (al igual que Río Poblano). Es la Ciénega un pueblo paupérrimo escondido en las montañas que cuenta con 150 habitantes y en el que la mayor parte de ellos se dedican a la agricultura y ganadería de auto-consumo. Él no ha sido la excepción, pues desde pequeño se ha visto obligado a trabajar en la pequeña parcela de tierra de sus padres. Los únicos puntos de escape que ha tenido a lo largo de sus 8 años han sido asistir a la escuela (viaje diario de que consume tres horas de su día) y la celebración del festejo patronal. Tío Betín no ha salido nunca en su vida de estas tierras mixtecas.

¡Anda pues!, pero cuida esta cámara como la niña de tus ojos…

*Todas las fotografías, excepto la última, fueron realizadas por Tío Betín.

Fotografía: ‘Tío Betín’, Miguel Juárez Figueroa, 2011

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