i. El regaño
El líquido baja por tu garganta. Bebes lo que en la jerga se denomina irlandés: whisky con café: alcohol y cafeína. Pretendes tener dominio sobre el trago hasta la última gota. Te mientes: esa supuesta experiencia de los años consumidos habrá de pudrir tu ser en el futuro. Te mientes a ti mismo: soberbio pretencioso.
El lugar: una pequeña sala de la fonoteca (recinto con iluminación perfecta y un baño justo al lado)
La patología: enfermedad duradera: dolor de garganta y tos seca (dos semanas más o menos). Miel y propoleo como método de control.
El error: haber bebido anoche dos vodkas con agua mineral casi helada.
¿Por qué lo hiciste? 1. Negligencia seducida por el síndrome de abstinencia. 2. El recuerdo del regazo caliente de tus mujeres. 3. Un incendio incontrolable que no fue espontáneo, sino que se fue gestando a lo largo de los últimos meses.
Sin embargo hete allí. Descreyendo como siempre necio ateo. Asistiendo a la fonoteca a un curso de apreciación de un tipo de música que exige de los asistentes no aturdir el silencio.
ii. Silencios.
4.33. Silencio sin silencio. Silencio-risa / Silencio-movimiento / Silencio-incómodo / Silencio-apellido / Silencio-pensamiento / Silencio-duda / Silencio-cuerpo / Silencio-recuerdo / Silencio-tiempo
¿Quién dijo que el silencio es apatía?
No suena John Cage sino Vivaldi y sus hermosos conciertos de las cuatro estaciones. El interprete es Nigel Kennedy. ¿Y que mejor que este compa para demostrar que la música de Vivaldi no sólo se escurre diáfana y tranquila sino que se le pueden abrir boquetes y salidas que modifiquen el cauce de ese río? Recodos tranquilos que de pronto aceleran su velocidad para chocar cuerpos contra piedras volcánicas que los mutilan; sonido de cuerpos que se deforman; rostros que se desfiguran; luz vuelta arcoiris con ruidos que hacen disturbio del afuera.
Dios John Cage. Dios Nigel Kennedy.
¿Acaso Dios es ese violinista que pasa de la violencia total al silencio más sutil?
Silencio que llega de pronto y se burla; silencio que invoca la enfermedad justo en ese momento; líquido que va hacía abajo; tos que va hacia arriba; café-alcohol, whisky-cafeína; contingencia injusta; Dios injusto que sentencia; Dios que dice que eres un niño; Dios que se burla; un absurdo niño jugando a romper las reglas; niño atascado; niño consentido. Tos que se impone.
¿Cuál es tu umbral de dolor?
La salida está cerca. El aire se almacena en la garganta y tu enmudeces. Bufadora en el pecho. Pretendes aguantar: justo como un niño berrinchudo que ésta apunto de llorar pero queda en silencio, por que no respira, por que aguanta el momento propicio de la ausencia de oxígeno para dejar desparramar el llanto. Bufadora en el pecho. Pero todo explota y se desparrama: llegas al baño y lloras, aguantas más el aire niño berrinchudo. ¿Vas a llorar otra vez sin razón? Aspiras aire para devolver una tos incontrolable. Un sonido raro. Bufadora en el pecho. Es pertusis. Una aflicción de la niñez. Tos incontrolable que regurgita ruidos de suplica. Tos-ferina, tos infantil. Tos que asfixia.
¿Cuál es tu umbral de dolor?
iii. Soledad.
Estás solo y lloras lágrimas gruesas que escurren por tu rostro. Lágrimas de nariz rota y de bostezo. Lágrimas que lubrican y que no deben enjugarse.
Solos tú y el espejo. Tu acompañante evidencia lo patético que eres. Estás a punto de morir de una forma absurda y no pareces tener intención de pedir ayuda. Pero haces bien, tienes que salir de esta por ti mismo: los otros sólo estorbarían. Por que justamente tu situación no es como la novela de Palahniuk: aquí la asfixia no es deliberada.
Empiezas a perder el oxígeno y tus nervios te traicionan: te sientes mareado y trastabillas; tu pierna derecha se mueve involuntaria. Oxígeno que se va; racionalidad que se asfixia.
¿Interrumpir a los escuchas de Vivaldi? ¿Molestar al poli de la fonoteca? O solucionar tus problemas por ti mismo. ¿Cuestionar a Dios?
Ja ja ja –> Muerteabsurdamuerteabsurda. ¿Hora de morir?
A u t o n o m í a . . .
Nadie escucha. No acudirá nadie, ni tu padre ni tu madre. Nadie tiene por qué acudir. Esta es tu verdadera condición. Estás solo, siempre lo has estado, todos lo estamos.
Luchaluchavoluntavoluntadvoluntadrespirarespirarmadurarmadurarsersersernoenmudecer.
Luchaluchavoluntavoluntadvoluntadrespirarespirarmadurarmadurarsersersernoenmudecer.
Luchaluchavoluntavoluntadvoluntadrespirarespirarmadurarmadurarsersersernoenmudecer.
El ambiente huele a whisky,
poco a poco recuperas el aliento,
te das cuenta que leíste ética donde decía estética:
nunca es tarde para volver a empezar.
Para nacer de nuevo.
‘Last Tango in Shangai’, Autor: Maleonn, 2009
