Mira un punto fijo. Está pero no está. Es-siendo/dado-dándose. Piensa en «la galaxia de temores en su mente». Acaricia sereno una figurilla de obsidiana que representa un “caballero águila” y que ha tomado de un puesto ambulante en el Templo Mayor. Exhala-Inhala… Inhala-Exhala…
Todo el ritual es para confirmar que el «universo para él no tiene enigma» pues el centro lo representa el Sistema Operativo (SO). Aquel le permite estar allí. Revivir horas y horas de felicidad que se pasan rápido, cada vez más rápido. Su cuerpo se construye con la luz del sol —esa a la que uno le mienta la madre en la maldita resaca— que se cuela por una ventana oxidada, carcomida, sin vidrio. Afuera, el sonido de una zona proletaria que es un verdadero martirio para cualquier hedonista mal parido por aquello de «no es la conciencia lo que determina el ser social sino el ser social lo que determina la conciencia». Exhala-Inhala… Inhala-Exhala…
El marciano entra al cuarto sin pedir permiso. —¡Pinche mono, otra vez con tus mamadas, no entiendes cabrón!
Responde con un lento movimiento de sus ojos que alumbra poco a poco la silueta del invasor. Una puerta (¿puerto?) abierta, un descuido: ¡El Virus!
Remoja su estopa desaforadamente; y ahora no sólo Exhala-Inhala… Inhala-Exhala… sino que saborea el estropajo como una hostia. Su corazón late más rápido, cada vez más rápido. Exhala más intenso, Inhala más intenso, cada vez más intenso. Entre tanto el marciano ya lo ha penetrado.
Él recuerdo de su estancia en el SO se disuelve poco a poco. Exhala más y más pero se aleja, inhala más y más pero se pierde. ¡Adios álbum fotográfico! Los ojos de él ya no ven un punto fijo. Ahora sólo siente/escucha/huele el desesperado aliento tibio del marciano.
El recuerdo de ella es dolor que no se cura con el esperma.
Aprieta con las fuerzas que le restan el tótem que yace en sus manos y enseguida golpea a su acompañante; una y otra vez. La obsidiana perfora el cráneo hasta que un vómito gelatinoso baja caprichoso de la cabeza a los labios: ¡El marciano se traga sus propios sesos!
Remoja de nuevo su estopa. Exhala-Inhala… Inhala-Exhala…
Nada le impedirá estar en el Sistema Operativo.
Fotografía: ‘Portal’, Miguel Juárez Figueroa, 2010
